A propósito del abuso sexual infantil… ¡Atención mamá y papá!
Por todo lo indicado anteriormente es que hacemos el llamado: ¡Atención mamá y papá! El agresor puede ser el familiar a quien le permites que tus hijos se sienten en sus piernas e incluso llegas a obligarlos para que lo hagan sin detenerte a pensar en las consecuencias, solo por seguir costumbres y tradiciones pasadas o porque a ti también te obligaban. Puede ser la persona a quien le permites que bese a tus hijos en la mejilla y no te fijas en la mirada de estos pidiéndote auxilio y que los libres. El amigo de confianza a quien le dejas que cuide de ellos por horas y horas sin conocer el trato que les da cuando estás ausente. Simple y sencillamente, puede ser la persona quien menos imaginas.
A pesar de que
no puedas imaginar quién es el ente que produce el daño, hay señales que los
niños dan como un grito en el silencio pidiendo ayuda. Uno de estos signos
suele ser el cambio en el comportamiento. En el cambio de la forma de actuar
del niño, un padre puede darse cuenta si algo le está pasando a su hijo, pero
para eso, debe ser observador. El error de muchos padres radica en no prestar
atención al comportamiento de sus hijos ni detenerse a investigar el porqué de
su cambio. Por su parte, el estado de ánimo también comunica muchas cosas sin
necesidad de que los niños digan una palabra, solo es cuestión de que mamá y
papá analicen y reflexionen sobre ciertas conductas inusuales que estos tengan
y acercarse a hablar con ellos para oír atentamente lo que les está sucediendo
y brindarles el apoyo que necesitan.
En definitiva, la
comunicación entre padres e hijos se debe cultivar desde la infancia. Crear esa
conexión desde la temprana edad permitirá que la relación familiar se haga más
fuerte con el pasar del tiempo. Hay que recordar que los padres son el refugio
de cada niño y es a estos a quienes ellos acudirán cuando algo les suceda, solo
si se sienten protegidos y si hay una base de confianza ya creada y
fortalecida. De manera que, mamá y papá, presten atención al comportamiento, al
estado de ánimo, a lo que dicen y callan sus hijos, pero, sobre todo,
preocúpense por cultivar y fortalecer la confianza y la comunicación; por respetar cuando ellos no quieren hacer algo o estar cerca de algún adulto
e indaguen si existe una razón detrás de ese comportamiento.
Glenny
Martínez López
Muy buen artículo.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
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