Efectos de las pérdidas producidas por el COVID-19

 Lo que nos ha quitado la pandemia...


     Hemos vivido una realidad desgarradora desde marzo 2020.  Lo que inició como un paro para guardar la vida a causa de un virus no conocido, fue convirtiéndose en un panorama lleno de terror.  Ser victimas de la presión psicológica que genera el encierro dejó de ser tan importante cuando se convirtió en dolor por las pérdidas de seres queridos, caída catastrófica de la economía y estado de estupor. 

     Muchos se negaban a creer en la realidad latente de que un virus desconocido, mutante y mortífero estaba invadiendo a la humanidad.  Esta incredulidad comenzó a ceder cuando sus familiares comenzaron a enfermar y posteriormente a morir por fallos respiratorios.  Las muertes aumentaban y los contagios se multiplicaban cada día.  Entonces, nos invadió el pánico y comenzamos a tomar medidas, muchas veces exageradas, pero que de alguna manera salvaron nuestras vidas.

     La población comenzó a desfallecer porque la economía se derrumbó.  Los pequeños negocios desaparecieron y una gran parte de las grandes empresas se declararon en quiebra.  La población vulnerable entró en la desesperación del endeudamiento, la carencia de las necesidades básicas, el alza de los precios de la canasta familiar y los medicamentos y comenzó el grito de auxilio para que el gobierno extendiera la mano.

     A pesar de las ayudas económicas, iniciativa de las autoridades gubernamentales y de que una parte de la población continuaba trabajando, partiendo de las innovaciones promovidas por la necesidad de continuar, la economía estaba desbastada.  Este hecho "obligó" a los ciudadanos a salir a las calles, tratar de retomar la vida "normal", trabajar, seguir adelante.  El país que había estado oculto y con miedo, de repente olvidó lo vivido.

     Como toda acción descontrolada genera consecuencias que están fuera de control, pronto comenzaron a aumentar los contagios nuevamente y nos vimos con un pico tan alto como a inicios de la pandemia.  La población irrespetó el toque de queda, irrespetó el distanciamiento físico e irrespetó la vida.   Como consecuencia comenzaron a morir personas, pero casi siempre aquellas que eran contagiadas por la gente que no se cuidaba y se comportaba de manera irresponsable.

     Hoy día, tenemos en balanza la economía y la salud.  Por más esfuerzo que se ha hecho desde las instancias de lugar, la población no ha entendido la seriedad del momento que estamos viviendo.  Siguen muriendo personas a causa del COVID-19, una parte de la población sigue negándose a ser vacunada, poniendo en peligro su vida y la vida de otros.  Seguimos sumergidos en la ignorancia de creer que situaciones como estas son estrategias políticas para doblegarnos y olvidamos el respeto a la vida.

     ¡Hemos perdido tanto, que nos queda poco por perder!  Vivimos perdidos en nuestros puntos de vista, nuestra concepción ideológica y nuestra terquedad.  Mientras tanto, siguen perdiéndose vidas, algunas inocentes, otras causantes de su desgracia.  Nosotros seguimos con el dolor de la pérdida de nuestros familiares, amigos, conocidos y compañeros de trabajo.  Continuamos hundidos en la picada de la economía quebrada y continuamos sumergidos en la depresión que nos genera estos sucesos.

¿Cuántas pérdidas se necesitan para que entremos en razón?

"En este país siempre hemos confundido lucidez con terquedad.  Creemos ser lúcidos, pero en realidad somos tercos".
-Roberto Bolaño-

Comentarios

  1. Gracias por tan oportuno mensaje. Ojalá entendamos lo que nos estamos jugando.

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