No tienes que herir para enseñar ni ser herido para aprender
Muchos de nosotros fuimos víctimas en nuestra niñez, de un profesor abusivo, poco paciente e insensible, que posiblemente minó en nuestro interior el deseo de aprender y nos hizo creer que no servíamos para entender los conceptos que enseñaba.
También, algunos docentes replican las experiencias obtenidas durante su rol como estudiante, aunque se da la posibilidad de que los profesionales que fueron formados bajo la tiranía de un docente mediocre y frustrado, quiera ejercer la misma profesión para demostrar que se puede hacer de otra forma.
Es lastimoso encontrar en las aulas profesionales de la educación que han perdido la esencia y el sentido del concepto "enseñar". Educadores que han olvidado que no se enseña sin aprender, que los mejores maestros son los alumnos y que el proceso debe darse con una doble articulación: Enseñanza-aprendizaje.
Lo anteriormente expuesto nos lleva a reflexionar sobre la práctica pedagógica y nos obliga a plantearnos ciertas preguntas:
¿Por qué nos hacemos educadores?
¿Cómo influyen mi actitud y mi aptitud en el proceso de enseñanza-aprendizaje en mi rol de docente?
¿Para qué estoy enseñando; para memorizar el contenido o para aplicar lo aprendido al contexto real?
¿Dónde queda la parte emocional en todo esto?
Amalguer (2016), afirma que existe una relación intrínseca entre la educación y la enseñanza, pero el autor las diferencia en el sentido de que adjudica a la educación todo lo relacionado con las políticas públicas; es un fenómeno social condicionado a las clases sociales, sin embargo, otorga a la enseñanza la praxis y la conectividad emocional que esto implica.
Es por esto por lo cual, cuando decidimos hacernos educadores debe haber un mover interno hacia el cambio educativo, que solo se produce cuando marcamos la vida de nuestros estudiantes, a través de la forma de llegar a ellos y de acompañarlos en el proceso. Ser educador implica ser padre, madre, psicólogo, amigo y hacer del momento de clases el oasis de los estudiantes.
Para lograr el cometido es necesario tener, no solo las aptitudes apropiadas, sino también la actitud necesaria para cada momento específico, pues las actitudes docentes marcan al alumnado, logrando replicas positivas o negativas que repercuten en el futuro de los entes que formamos (Avalos 2011).
De modo que, el docente tiene un rol importante en dos sentidos: está formando la personalidad de su alumnado y está desarrollando las competencias que ellos necesitan para desenvolverse en su contexto real.
Si reflexionamos sobre lo explicado, nos daremos cuenta de que es imposible separar el proceso de enseñanza aprendizaje de las emociones, pues estas son pilares de los resultados que se esperan. De acuerdo a la manera en que guiemos el proceso lograremos reacciones, ya sea de rechazo o de aceptación, ya que, no todos los estudiantes son iguales; tienen distintos estilos de aprendizaje, diferentes tiempos de razonamiento y actitudes diversas que influirán en la aptitud.
Entonces, ¿Por qué herir para enseñar? Es la primera pregunta que cada educador debe hacerse al momento de asumir un rol tan importante como este de propiciar el aprendizaje de un grupo de personas. ¿Por qué hay que ser herido para aprender? Es la segunda pregunta que queda en el tapete para que internalicemos la manera en que se sienten nuestros estudiantes cuando los medimos al nivel que todavía no han alcanzado o que pensamos que deben tener.
Somos el medio para lograr el fin, pero es necesario que se haga con pasión, con entusiasmo, con consideración; que podamos reflejarnos en el rostro de ese estudiante, ya que, no siempre fuimos docentes y alguna vez nosotros tampoco habíamos alcanzado el conocimiento necesario.
"El educador es el hombre que hace que las cosas difíciles parezcan fáciles" Jonathan Hennessey
Amalguer, B. (2016). ¿La educación se enseña? Revista Magazine de las Ciencias 2(1) p.67-76
Avalos, B. (2011). Teacher Professional Development in Teaching and Teacher Education Over Ten Years. Teaching and Teacher Education 27(1) p. 10-20
Vivimos en una sociedad que pasa por una crisis en todos los ámbitos, la cual necesita educadores dispuesto a marcar un cambió en ella y que los estudiantes sientan la necesidad y el amor por aprender. La enseñanza es un papel de dos tanto aprende el estudiante como el docente. Me gusto mucho el escrito.
ResponderEliminarGracias Anita, tienes toda la razón, como docentes debemos propiciar ese cambio.
EliminarComo educadores tenemos que estar conscientes de que los estudiantes también son nuestros maestros y que tenemos el compromiso de convertir el proceso de enseñanza en un momento dinámico y motivador para nuestros alumnos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo Glenny!
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